Comenzaré diciendo que no hay ningún placer que valga la pena para dejar o despreciar el amor de Dios. Porque todo es momentáneo, la felicidad, alegría o placer que el pecado nos puede causar dura solamente un tiempo.
Much@s creen que el placer que nos produce hacer eso que tanto nos gusta, licor, tabaco, drogas, sexo fuera del matrimonio, mentir, robar, etc hace que todo valga la pena, porque "hay que disfrutar la vida, porque sólo hay una". Y tienen razón en algo, sólo hay una vida en esta tierra pero hay una eternidad con Dios para sus hij@s; es por eso que el cuidar de nuestra vida y buscar obedecer a Dios en esta tierra es lo que nos hará disfrutar por la eternidad.
"¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?"
Mateo 16: 26
Despreciar el amor de Dios al pecar conlleva a perder todo a cambio de nada. Si colocas en una balanza los beneficios que trae la obediencia a Dios contra los consecuencias de no hacerlo, te darás cuenta que no hay nada en la tierra ni en los placeres que esta nos ofrece para despreciar el amor que Dios tiene por ti. De hecho si tú eres un hij@ de Dios que realmente le duele cuando a pecado te darás cuenta que siempre regresamos a Dios arrepentid@s a cambio de nada.
Y aunque creas que eres un hij@ buen@, porque no fumas, te drogas, bebes, tienes relaciones sexuales fuera del matrimonio o cosas similares, que representen a pecados que la sociedad considera como grandes, no quiere decir que no peques. Ya que aunque no luches contra estos pecados, todavía tratas mal a tus padres, irrespetas a tus superiores, te enojas y lastimas sin medir o controlarte, etc.

"He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quién me amó y dio su vida por mi."
Gálatas 2: 20
Dios te bendiga
DC